Esterri pertenece a la comarca de Pallars Subirà, cuya capital es la muy mentada población lotera, Sort. Sí, claro, fuimos, pero no hubo suerte, pese al nombre y la fama que nos impedían pasar de largo. Allí estaban los más atrevidos, la mayoría foráneos, viéndoselas con los rápidos del Noguera Pallaresa -haciendo rafting, en lenguaje para iniciados-. En Esterri nos hizo la vida más agradable el gemelo de Amenábar, un catalán que lleva su negocio, los apartamentos La Trainera, con muy buen criterio y una cortesía nada empalagosa. Nos sorprendió la limpieza de las habitaciones: pasad un dedo por cualquier superficie; saldrá tal cual lo llevéis de casa.
¿Qué podemos hacer allí, además de respirar profundamente y ventilar un verano manchego que a ratos se torna peleón? Pasear sin arrebato por sus calles medievales (su cruz de término, su puente, su ecomuseo, sus minairons); comer en alguno de sus restaurantes con encanto y buenas viandas, como L'Esquella, y acercarnos al Parque Nacional de Aigüestortes, donde, además de lagos glaciares y el impresionante San Mauricio, regado por los afluentes del Noguera Pallaresa, se encuentran algunas especies curiosas de pino y otros árboles y arbustos de hermosos nombres: genciana, arándano, fresno o enebro. Pero el que más me gusta es el rododendro (azalea, pentecostera, rosa de los Alpes, bellas palabras todas), no por sus flores rosadas o rojizas, que le suben los colores al bosque a tramos casi salvaje, sino porque lo bautizaron con voz lejana, nasal y evocadora. Decidlo en alto, despacio, apoyándoos un poquito en la ene, rododendro, y estaréis en el umbral de una ensoñación.
Entre el Val d'Aran y el de Aigüestortes, ruta a ruta, sin pereza atravesada en los caminos empinados y pedregosos, la belleza natural está al alcance de un respiro. Si queréis arte, cerca quedan las maravillas románicas de La Vall de Bohí, que ya visitamos hace un tiempo.
Dos fotos más para vuestro esparcimiento. ¿Dónde están?